
Hubo una vez … un duende que vivía en un bosque muy frondoso en su casita de hongo, un hongo grande, muy grande. En el sombrero del hongo, el duende había acomodado su habitación, con su cama, su mesita de noche y sobre ella un gran botellón en donde las luciérnagas retozaban y le regalaban sus hermosas centellas. En el pie del hongo grande muy grande, el duende tenía su mesa para comer y su silla, hermosamente labradas por su amigo, el pájaro carpintero que vivía en un árbol muy alto y muy viejo del frondoso bosque de los duendes.El duende vestido de azul y gorrito rojo con cascabel era muy travieso y se divertía mucho escondiendo las nueces y las avellanas que con mucho trabajo recolectaba un viejo búho que posado en una rama de un impenetrable roble del bosque, dormía y dormía durante todo el día, pero al llegar la noche abría sus grandes alas y volaba muy alto por encima del bosque y muy bajo al ras de las praderas, con sus enormes ojos redondos muy redondos, descubría, cosechaba y guardaba en su nido las nueces y las avellanas más hermosas, muy escondidas entre el ramaje de su roble, el viejo búho era muy sabio, también un búho previsor, por si alguna vez en su vuelo rapaz no tuviera fortuna, él guardaba nueces y avellanas, solo para el duende chistoso, la previsión del búho, no tenía importancia, una vez que el búho abría sus alas y salía de su letargo diurno, el duende chiquito y ágil se subía al árbol del búho y le escondía las nueces y las avellanas...